¿Quiénes somos?
¿Quiénes somos?

¿Quiénes somos?
Como entrenador transformacional, he aprendido que la forma en que los seres humanos responden a la pregunta acerca de la naturaleza fundamental acerca de sí mismos determina las posibilidades de vida que se abren para ellos.
Las posibilidades para el arte y la ciencia en una cultura determinada, por ejemplo, están determinados por la respuesta de que la cultura a la pregunta proverbial: “Quiénes somos? El filosofo Hubert Dreyfus, en su libro, “Ser en el mundo” explica la perspectiva de Martin Heidegger: “Existir es tomar una posición sobre el propio ser y permitirse ser definido por esa posición” Dassein (el término de Heidegger para ser humano, que de manera básica podría traducirse como ser-aquí) es lo que, en su actividad social, el ser se interpreta ser. Por lo tanto, los seres humanos no poseen una naturaleza específica. No tiene sentido preguntar si el ser humano es un animal razonable, o una criatura de Dios, o un organismo con necesidades internas. Ni siquiera cabe el análisis de si es un ser sexual, o una computadora compleja. Un ser humano se puede interpretar por sí mismo en cualquiera de estas maneras, y aun en más. Incluso, y en diferentes niveles, puede llegar a ser cualquiera de estos seres. Pero el ser humano, en esencia, no es ninguna de estas interpretaciones. Simple y esencialmente el ser humano es quien se interpreta a sí mismo.
¿Si nos preguntamos la razón del surgimiento de la pintura interpretativa durante el siglo XV y lo comparamos con los avances tecnológicos a la velocidad de luz del siglo XX y XXI, podríamos llegar a concluir que un ser humano es o fue más inteligente que otro? Sugiero que no es así. No. Los seres humanos no fueron más inteligentes durante el Renacimiento o aun más inteligentes en el siglo XX o XXI. En absoluto. La diferencia radica en la postura que el hombre ha venido tomando a través del tiempo con respecto a la pregunta: “¿Quiénes somos?”